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Blog Mercado-Vino / Domingo 22 de Febrero de 2015
Evolución del Cabernet Franc
Hace unos años, en el mundo, se comenzó a hablar del Cabernet Franc Argentino. Hacían referencia a su delicadeza, su equilibrio, su potente fruta y sus notas de pimiento tan características, pero mucho más refinadas que en su descendiente, el Cabernet Sauvignon.
Así, en poco tiempo, el Franc, pasó a estar bajo los reflectores del mundillo vitivinícola. Incluso, en el exterior vitoreaban más a esta variedad que los propios consumidores locales, dado que para la mayoría de los paladares dentro del país esta cepa todavía tenía pegada la etiqueta de "rareza".
El despertar del Cabernet Franc tuvo lugar cuando el boom del Malbec en los principales mercados internacionales estaba comenzando a aplacarse.
Es cierto que la demanda continuó siendo elevada. Pero el Malbec estaba dejando de ser aquel fenómeno novedoso, para convertirse en algo más importante: en una variedad consolidada.
En ese entonces, en la industria vitivinícola nacional, se inició un debate por buscarle un "sucesor" al Malbec. Es decir, una uva que se haya adaptado perfectamente a los diferentes terroir locales y haya desarrollado características únicas.
La Bonarda, que hace no mucho tiempo pasó a ser reconocida por el INV como Bonarda Argentina, tenía mucho potencial. Su calidad había mejorado notablemente durante la última década y había volumen, variables fundamentales para poder empezar a tallar con fuerza en el plano internacional.
Sin embargo, el consenso no era generalizado. No todos estuvieron de acuerdo con el verdadero potencial de la Bonarda. Uno de los referentes que siempre vio a esta variedad con desconfianza fue Michel Rolland, para quien esta uva no tenía lo necesario para ser considerada de "clase mundial".
En ese entonces, empezó a asomar el Cabernet Franc como gran candidato. La Argentina ofrecía un vino diferente, distinguido y de altísima calidad. Pero había un único problema: era un vino escaso. Y sigue siendo realmente escaso.
En 2008, cuando arrancó el principio de la "fiebre" por esta variedad, había plantadas unas 564 hectáreas, lo que implicó un salto del 125% respecto de los niveles registrados en 2002, según datos del Observatorio Vitivinícola Argentino.
Sin embargo, luego de ese auge, la tasa de crecimiento se amesetó: para 2013, último registro disponible, había 692 hectáreas, es decir, un incremento del 22% en cinco años.
Así las cosas, si bien la cantidad de hectáreas se expandió a un ritmo mayor que el promedio, esto no fue suficiente para hacer referencia a un verdadero "boom".
Por el contrario, en 2002, cuando pocos hablaban de Cabernet Franc, esta variedad explicaba apenas el 0,1%. Ahora que está en boca de todos, igualmente tiene una participación marginal, del orden del 0,3% del total implantado.
Manuel González, enólogo de Andeluna Cellars, sostuvo que "lograr un buen Cabernet Franc requiere de tiempo, estudio, dedicación, pruebas y mucha paciencia. El camino no es fácil y todavía estamos aprendiendo. Por eso se está creciendo lentamente en la cantidad de hectáreas plantadas".
Este experto, uno de los mayores referentes de la variedad en la Argentina, dio otro dato crucial para explicar la lenta expansión en los diferentes terruños locales: los problemas de adaptabilidad que tiene la uva a las regiones con altas temperaturas.
Según González, "el Cabernet Franc no se adapta bien a las zonas cálidas, porque da como resultado un vino correcto, pero con aromas neutros, ya que se pierde toda la pirazina, que es fotosensible, es decir, se destruye con la luz. Y ahí es cuando se pierde el alma del Cabernet Franc".
Para el enólogo, "los mejores exponentes son de zonas frías. Esto, de por sí, hace que la variedad no sea tan plástica en cuanto a los diferentes terroirs como sí lo es el Malbec o el Cabernet Sauvignon".
Pese al lento crecimiento en hectáreas, lo interesante es que en la última década, productores de distintas regiones del país se sumaron a la "aventura del Franc". En 2002, sólo había registros de este cultivo en seis provincias, con Mendoza y San Juan concentrando el 90% de la superficie.
Actualmente, son doce las provincias donde hay viñedos. Y si bien el dominio mendocino y sanjuanino sigue intacto, es de destacar el protagonismo que ganó Neuquén, que antes no figuraba en los registros y que ahora ocupa el tercer puesto en el número de hectáreas.
González apuntó que es de esperar un leve incremento en el área, de la mano de más productores que reemplacen Merlot o Cabernet Sauvignon por Franc, "pero siempre hablando en pequeña escala".
Esta limitación en el número de viñedos lógicamente repercute en el negocio de exportación, donde todavía no se ha visto un verdadero despegue.
Según los últimos registros, en 2014 se realizaron ventas al mundo por cerca de 234.000 litros. Si bien implicó una cifra 14 veces superior a los envíos realizados en 2005 (17.000 litros), ni siquiera representa el 1% de las exportaciones totales.
En términos de divisas, en tanto, los ingresos tampoco son sustanciales por el momento: para 2014, las exportaciones representaron cerca de u$s2 millones, una cifra baja respecto a los casi u$s850 millones que registró la industria en general.
En este contexto, hay un consenso generalizado de que el Cabernet Franc nunca podrá suceder en el trono al Malbec, porque no nació para ese fin y la forma en que se viene explotando en los últimos años no va en esa dirección.
"La Argentina es y será Malbec en términos de volumen y prestigio. En cambio, el Cabernet Franc es y será bandera de prestigio, pero no así de volumen", es el diagnóstico contundente de González.
Así las cosas, el papel que está jugando y seguirá jugando esta variedad en el concierto mundial será el de afianzar la marca "Vino Argentino" pero desde la calidad, como una alternativa diferente y exclusiva a la masividad que ofrece el Malbec.
Lo positivo, para el enólogo es que todavía queda mucho camino por recorrer y varios escalones por subir, de modo que se está lejos de encontrar aún verdadero potencial del Cabernet Franc:
"El nivel de calidad hoy es superlativo. Pero todavía tiene un potencial elevado en términos de calidad. Y eso es lo apasionante. Creo firmemente en que no tenemos techo todavía. El Cabernet Franc sobresaliente de la Argentina aún está por venir".